Una vez más, la industria del entretenimiento demuestra que, para muchos, el espectáculo nunca se detiene, ni siquiera ante la muerte. Lo ocurrido en el Festival AXE Ceremonia 2025 es la evidencia más cruda: dos jóvenes fotoperiodistas, Berenice Giles y Miguel Ángel Rojas, perdieron la vida al colapsar una estructura metálica decorativa en el Parque Bicentenario. Lo que siguió fue una muestra de insensibilidad; ni los organizadores ni las autoridades ni los artistas detuvieron el evento. La música siguió mientras las víctimas eran atendidas a unos metros de distancia.
El festival no solo falló en protocolos de seguridad, tampoco hubo información clara para los asistentes y la comunicación fue prácticamente nula hasta pasadas las 10 de la noche, cuando ya se había confirmado la muerte de ambos jóvenes.
La alcaldía Miguel Hidalgo suspendió la segunda jornada, pero fue demasiado tarde. Mientras tanto, artistas como Natanael Cano sí se presentaron, aunque otros como FKA Twigs cancelaron por problemas de visa, lo que generó más polémica que solidaridad.
La pregunta es, ¿vale más el negocio que la vida humana? Este hecho reabre el debate sobre la ética y responsabilidad en el entretenimiento. ¿Quién decide cuándo debe parar un show? ¿Por qué se prioriza el ingreso económico sobre el respeto y la empatía?
También existen otras historias personales de figuras del espectáculo, que han expuesto las grietas emocionales de una industria que muchas veces prefiere el escándalo al cuidado humano.
Karla Sofía Gascón confesó que estuvo al borde del suicidio por la presión mediática tras la difusión de tuits antiguos considerados racistas. A pesar de pedir disculpas, el linchamiento digital fue tal que la llevó a una profunda depresión.
Por su parte, Cazzu rompió el silencio para pedir respeto ante los rumores que la relacionan con Ángela Aguilar y Christian Nodal. La argentina pidió que no se hable más de ella en ese contexto y negó haber intentado alejar a su ex de su hija Inti.
Marcela Mistral, esposa de Poncho de Nigris, rompió en llanto por los ataques que ha recibido en redes y por los constantes conflictos familiares que se han hecho públicos. Su esposo, en un intento de apaciguar la situación, ofreció 50 mil pesos mensuales a su madre para que cierre sus redes, tras asegurar que necesita medicación.
Y mientras eso ocurre, Paty Cantú ha tenido que defender su imagen ante las críticas por los cambios en su rostro y aclaró que padece hipotiroidismo. Una vez más, la salud pasa a segundo plano frente a la obsesión por el físico.
En contraste, iniciativas como México Canta impulsada por artistas como Horacio Palencia y América Sierra junto con el Gobierno federal, buscan un cambio, descubrir nuevos talentos sin hacer apología a la violencia. Una luz entre tanto caos.
Pero ni siquiera la pérdida de figuras importantes como el productor Memo del Bosque parece detener la maquinaria de la fama. El luto es breve, si es que existe. La industria sigue su curso, como si nada.
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