Por Ricardo Sevilla
Resulta que no hubo campos de exterminio, ni campos de la muerte, ni fábricas de la muerte.
Tampoco hubo personas ejecutadas por gaseamiento, ni instalaciones macabras donde se torturaba ni se calcinaban a las personas, como aseguraba, y como quería, la derecha.
Ahora sabemos que lo que hubo fue un deleznable montaje, un circo montado por el conservadurismo. ¡Y fue lamentable!
La derecha quería inocular miedo, deseaba que la población estuviera aterrada y que dijera: aquí en México impera la barbarie y hay asesinos desalmados que buscan la “solución final”. ¡Así de ridículos!
La oposición quería que aquí, en el país gobernado por la Presidenta Claudia Sheinbaum, hay criminales sedientos de sangre.
Sí, eso quería la derecha: que la población se descorazonara, que tuviera temor, y dijera: yo voté por Morena, yo voté por Claudia Sheinbaum, y estoy arrepentido.
Zoquetes como Chumel Torres, Carlos Alazraki y otros mequetrefes juraban que en México había campos de exterminio y que eso es responsabilidad del gobierno federal.
Esta gente vil y calumniadora pretendió, incluso, hacer un símil entre lo sucedido, en Auschwitz y Treblinka. ¡Alucinaban con Hitler!
Pero desde el principio sabíamos que esto de ninguna manera se parecía en nada a lo que hicieron los criminales líderes del nacional socialismo.
Pero lo que aseguraba la derecha, desde todos los ángulos, era estúpido y demencial. No tenía ningún sustento.
Esta equiparación, desde todas sus aristas, era una locura. Pero no les importó. Porque son personajes fascinerosos. No son serios. Son fantoches. Esta gentuza debería estudiar antes de afirmar imbecilidades.
Pero como no estudian, están atascados en la mediocridad y en la mentira.
Aquí, en Jalisco, no hubo ningún Holocausto. No lo hubo para nada. ¡Y qué bueno que no lo hubo! Sólo un imbécil, un tarado, un loco o un chayotero podría haber deseado que existieran campos de exterminio.
¿Qué le digo? En la derecha abundan los tarados.
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