La Casa Blanca cerró hoy cualquier posibilidad de devolver la Estatua de la Libertad a Francia, tras una inusual solicitud de un funcionario galo que cuestionó el valor simbólico que Estados Unidos le otorga al icónico monumento. La secretaria de prensa de la administración Trump, Karoline Leavitt, respondió con firmeza: “Absolutamente no”, y recordó a Francia el papel histórico de Estados Unidos en su liberación durante la Segunda Guerra Mundial.
El origen de esta polémica se remonta a las declaraciones de Raphaël Glucksmann, miembro del Parlamento Europeo, quien exigió la devolución de la estatua, con el argumento de que Estados Unidos ya no aprecia su significado como símbolo de libertad. “Te la dimos como regalo, pero aparentemente no lo valoras. Estará mejor con nosotros”, afirmó Glucksmann durante un discurso ante su partido político.
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Estatua de la Libertad
AFP
Francia regaló La Estatua de la Libertad, cuyo nombre original es La Libertad iluminando el mundo, a Estados Unidos en 1886 para conmemorar el centenario de la independencia estadounidense y como un gesto de amistad entre ambas naciones.
Diseñada por el escultor Frédéric Auguste Bartholdi y con estructura interna del ingeniero Gustave Eiffel, la estatua se convirtió en un ícono global de libertad y esperanza, especialmente para los millones de inmigrantes que llegaron a Nueva York a finales del siglo XIX y principios del XX.
Declarada monumento nacional en 1924 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, la estatua representa no solo un legado histórico, sino también un vínculo cultural entre Francia y Estados Unidos. Sin embargo, las recientes tensiones políticas entre ambos países parecen haber reavivado debates simbólicos.
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Leavitt, en tono contundente, respondió a Glucksmann: “Mi consejo para ese político francés de bajo nivel sería recordarle que es solo por los Estados Unidos de América que los franceses no hablan alemán en este momento. Así que deberían estar muy agradecidos con nuestro gran país”.