Por Juan R. Hernández
La Ciudad de México es un mosaico de historia, arquitectura y vida urbana que, lamentablemente, ha sido opacado por la contaminación visual. Basta con recorrer sus avenidas para notar cómo las lonas envolventes y los llamados muros ciegos han transformado el paisaje en un mar de anuncios desordenados.
Frente a esta realidad, el diputado Víctor Hugo Romo ha puesto sobre la mesa una iniciativa que busca devolverle la dignidad a nuestra ciudad. Su propuesta de reforma a la Ley de Publicidad Exterior tiene como eje la eliminación de lonas envolventes y la regulación estricta de los muros ciegos. Más allá de una cuestión estética, la medida responde a una necesidad urgente de seguridad y sustentabilidad.
No es raro que estos anuncios obstruyan la luz natural, oculten la riqueza arquitectónica y, en el peor de los casos, representen un peligro en caso de desprendimiento. “No es una iniciativa contra nadie, sino a favor de todos”, afirma Romo.
Y tiene razón. La ciudad no puede seguir secuestrada por la publicidad sin control. La imagen urbana debe ser un reflejo del orden y la identidad de nuestra metrópoli, no un caótico collage de intereses comerciales.
Mientras tanto, en otra arena legislativa, la diputada Liz Salgado impulsa una causa igual de importante: la lucha contra el cáncer de mama. Con la jornada “Tócate, conócete, autoexplórate”, busca concienciar sobre la detección temprana de esta enfermedad y facilitar el acceso a mastografías gratuitas, en colaboración con FUCAM.
En un país donde el cáncer de mama representa la tercera causa de muerte, con más de 8 mil decesos al año, acciones como estas son vitales.
Ambas iniciativas, aunque distintas en su naturaleza, coinciden en un mismo propósito: mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Ya sea rescatando la imagen de la ciudad o protegiendo la salud de las mujeres, estos esfuerzos merecen respaldo y seguimiento.
La Ciudad de México necesita recuperar su belleza y, más aún, garantizar el bienestar de quienes la habitan.
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