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La fiesta inició con la celebración por su triunfo en la elección presidencial, y la larguísima gira de Claudia Sheinbaum Pardo con Andrés Manuel por todo el país para confirmar que todo quedara “atado y bien atado”, la imposición de todos los miembros de su Gobierno desde Palacio, la finalización del desmantelamiento del Poder Judicial y, finalmente, el tan deseado poder absoluto llegaron a su culminación con su toma de posesión; la apoteosis del feminismo morenista llegaba a su clímax: CSP, presidenta.

Mientras todo esto ocurría aquí, en EU, Donald Trump preparaba su inevitable regreso a la Casa Blanca, y lo hacía sin ningún tapujo; advertía que expulsaría a cuanto migrante se le pusiera por delante, que no pensaba tolerar más la complacencia (y complicidad) del Gobierno mexicano con los cárteles del crimen organizado y que finalizaría el libre comercio para imponer, a través de aranceles, la hegemonía política y económica de EU, entiéndase MAGA.

En México durante cuatro años vivimos con el peor presidente en la historia de EU, Joe Biden, un verdadero bulto sospechoso, y en el Gobierno de AMLO imaginaron que ya se podían “hablar de tú” con la administración americana.

Las secretarías clave del Gobierno de CSP para construir su relación con EU (Gobernación, Hacienda, Relaciones Exteriores, Economía y Seguridad Pública) trabajaron durante cuatro meses sin un plan concreto, sin coordinación y apostando  que las bravatas de Trump no serían ni tan graves ni se implementarían de inmediato. A eso le llamaron el “Plan A”. Un total despropósito.

El pánico en palacio inició con el triunfo absoluto de MAGA y desde el primer minuto que Trump apareció como presidente electo, confirmó, una vez más, lo que pensaba hacer con México y Canadá.

En Canadá la incapacidad de Trudeau le costó su renuncia como primer ministro y ahora van a afrontar la presente crisis en medio de una campaña electoral que pinta terriblemente compleja.

En México CSP y su muy sagaz gabinete de crisis,  con Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente al frente, decidieron que lo mejor era no hacer nada y proclamar que todo estaba previsto y preparado, que no había nada de que preocuparse y que el “Plan A” seguía adelante. Lo relevante eran los preparativos para la celebración de los 100 días de Gobierno de Claudia.

En Palacio pasaron del pánico a la inmovilidad el 20 de enero, la toma de posesión de Trump era lo más cercano a una declaración de guerra.

Los migrantes serán expulsados con efecto inmediato, aranceles a todos los productos importados, y un largo etcétera.

¿Qué hacemos ahora Presidenta?: Negar la realidad fue la respuesta. No va a pasar nada, pero por si las dudas agreguemos al Plan A el B y el C.

Para muestra bastaba un botón y ver la madriza que le puso Trump al perfecto inútil del presidente de Colombia, Gustavo Petro.

Además de todos los miles de migrantes ya expulsados de EU, el sábado 1 de febrero firmó la orden por la cual se le imponen a México y Canadá aranceles de 25 por ciento y entrarían en vigor el día 3 de febrero. Se acabó la fiesta de CSP y tendrá que iniciar en serio su gobierno. Sí o sí.

La afirmación de Trump de que el narco y el Gobierno mexicano están aliados es de la máxima gravedad y Rosa Icela Rodríguez es más parte del problema que de la solución. Marco Rubio, secretario de Estado de EU,  tiene en la mira puesta en Macuspana. Al tiempo.

La administración de CSP ha perdido cuatro meses que eran fundamentales, su nuevo Gobierno necesita otra visión y otro gabinete si no quiere tener uno de los sexenios más difíciles de los que se tenga memoria. El sexenio arranca de nuevo. O eso esperamos.

 

   @Pancho_Graue

  fgraue@gmail.com

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