Por Ricardo Sevilla
Una vez más, la ministra presidenta de la Suprema Corte pretende pasarse por el arco del triunfo la autonomía y las facultades de los órganos jurisdiccionales.
Norma Lucía Piña Hernández no tiene remedio.
El viernes pasado, con la mano en la cintura, la presidenta del Consejo de la Judicatura emitió una medida cautelar que frena cualquier acción legal que el Tribunal Electoral del Poder Judicial (TEPJF) pretenda emitir contra los integrantes del Comité de Evaluación del Poder Judicial de la Federación (PJF) por no acatar la resolución en la que le ordenó retomar los trabajos de selección de candidatos para la elección judicial.
Y la ministra Yasmín Esquivel salió a evidenciarla y a decirle, en su cara, que carece de esa facultad.
¿Quién se ha creído Piña? ¿Por qué actúa con ese nivel de impunidad? Infelizmente, la respuesta es triste: Piña se cree intocable porque cree que los delincuentes de cuello blanco la respaldan.
A esta hora del partido, Norma Piña demuestra que carece de decencia, honorabilidad y honradez.
Lamentablemente, la presidenta de la Corte quiere sustituir su falta de capacidad con berrinches.
Pero no logrará su cometido: descarrilar el proceso judicial.
Tanto es así que la magistrada Mónica Soto, desde el Tribunal Electoral, ya le pidió al Senado que se brinquen al comité evaluador de la SCJN para que se lleve a cabo la elección de jueces del Poder Judicial.
Y si eso ocurre, Norma Piña no tendrá oportunidad de meter las garras en la elección.
Tristemente para ella y sus secuaces, las votaciones tendrán lugar el 1 de junio y ni nadie podrá evitarlo.
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