“Los mexicanos están más preocupados. Los que solicitan asilo frecuentemente ven sus casos rechazados porque no tienen ‘argumentos suficientes’”, relata Anthony Veloz, migrante ecuatoriano residente en Utah. Su testimonio refleja el clima de tensión e incertidumbre que viven las comunidades migrantes, especialmente las mexicanas, ante la intensificación de las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Estados Unidos.
Bajo las políticas migratorias de la administración Trump, las operaciones se han enfocado oficialmente en migrantes con antecedentes penales, pero también han alcanzado a personas sin historial delictivo que se encontraban en el lugar de las redadas.
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El domingo pasado, ICE reportó 956 arrestos en un solo día, el mayor número de migrantes registrado bajo este gobierno. Entre los detenidos hay desde condenados por delitos graves hasta migrantes cuyo único delito es carecer de documentos.
Un miedo que se expande
La exclusión de los mexicanos de programas de asilo que priorizan a migrantes de países como Venezuela, Cuba o Haití agrava su situación. Muchos viven con un miedo constante, exacerbado por redadas en centros de trabajo, controles policiales y la posibilidad de ser deportados sin aviso.
Según Tom Homan, el zar fronterizo de Trump, las redadas podrían extenderse a lugares tradicionalmente considerados “sensibles” como iglesias y escuelas. Estas decisiones se tomarán caso por caso, argumentó, bajo la premisa de “poner la seguridad de Estados Unidos primero”.
En Colorado, una operación liderada por la DEA detuvo a 49 personas durante una redada en un club nocturno improvisado.
Aunque el objetivo principal eran miembros de la pandilla venezolana Tren de Aragua, la mayoría de los detenidos eran inmigrantes sin autorización legal. Estas escenas se repiten en estados como California, Arizona y Nueva York, donde las redadas afectan a comunidades enteras.
Una comunidad en alerta constante
Para los mexicanos, la tensión se agrava por su exclusión de programas de asilo y por la discriminación latente. Veloz cuenta que, en Utah, una supervisora mexicana vive con el temor de ser deportada a pesar de no tener antecedentes. “Su caso es como el de muchos. Saben que no tienen prioridad y sienten que en cualquier momento pueden ser arrestados”, explica.
El miedo también ha alcanzado a comunidades indígenas, como los navajos, quienes reportan interacciones negativas con agentes migratorios que les exigen pruebas de ciudadanía. Líderes tribales han implementado líneas de ayuda y asesoramiento psicológico para lidiar con el estrés generado por estas medidas.
Críticas y un futuro incierto
Mientras las redadas se intensifican, líderes políticos han cuestionado su efectividad y humanidad. JB Pritzker, gobernador de Illinois, expresó su rechazo a las detenciones de migrantes sin antecedentes penales. “¿Por qué vamos tras ellos? Estas personas no están causando problemas. Necesitamos un camino hacia la ciudadanía”, declaró.
Con más de dos mil 600 arrestos en menos de una semana, las medidas migratorias han puesto en el centro del debate no solo el manejo de la seguridad, sino también el destino de miles de familias.