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Redacción

El 13 de enero de 2025, el presidente recién elegido de Líbano, Joseph Aoun, nombró a Nawaf Salam como nuevo primer ministro, tras una jornada de consultas parlamentarias. Salam, un magistrado de 71 años, sustituye a Najib Mikati, quien había ejercido como primer ministro interino desde 2021. Su nombramiento ha sido visto como un desafío a la influencia del grupo chií Hezbolá, que no lo respalda, y como una señal de un posible cambio en la política libanesa.

Salam, quien fue presidente de la Corte Internacional de Justicia de la ONU desde febrero de 2024, tiene una carrera destacada fuera de la clase política tradicional libanesa. Su nombramiento fue apoyado por una mayoría parlamentaria que lo vio como un símbolo de renovación y lucha contra la corrupción, algo que resonó especialmente entre los sectores que se oponen al control de Hezbolá. A pesar de su apoyo interno, el grupo chií y su aliado Amal no lo respaldaron, lo que podría generar desafíos en la conformación de un nuevo gobierno.

El nuevo primer ministro, nacido en Beirut en 1953, proviene de una familia política histórica. Su tío, Saeb Salam, fue primer ministro en varias ocasiones antes de la guerra civil libanesa, y su primo Tammam Salam ocupó el cargo entre 2014 y 2016. Nawaf Salam ha sido embajador de Líbano ante las Naciones Unidas y ha ocupado diversos cargos judiciales internacionales, destacándose por ser el primer libanés en presidir la Corte Internacional de Justicia.

La tarea de Salam al frente del gobierno será compleja. En primer lugar, deberá formar un gabinete, un proceso que podría verse obstaculizado por las profundas divisiones políticas dentro del país. Además, deberá enfrentar la reconstrucción de Líbano tras los conflictos con Israel, aplicar el acuerdo de alto el fuego en la zona fronteriza y ejecutar reformas económicas urgentes para estabilizar un sistema financiero colapsado.

El nombramiento de Salam representa una posible oportunidad de cambio para Líbano, un país sumido en crisis política y económica, pero también podría generar fricciones en un contexto político altamente fragmentado. A medida que se enfrentan estos desafíos, su capacidad para implementar reformas y unir al país será puesta a prueba.

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