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Guadalupe de la Cruz

El pasado 1 de enero, el municipio de Temoaya fue escenario de hechos violentos que evidenciaron la falta de liderazgo y respuesta adecuada por parte de la alcaldesa Berenice Carrillo.

Durante estos disturbios, dos ediles fueron privados de su libertad de manera ilegal, mientras más de 100 personas cerraron el acceso a palacio municipal, incendiaron llantas y amedrentaron a regidores, uno de ellos incluso fue amarrado.

Ante esta grave situación, la respuesta de la alcaldesa fue minimizar cuando se le cuestionó por la ausencia de protocolos de seguridad, que dejó expuestos a los ediles a un intento de linchamiento, Berenice Carrillo se limitó a decir que el trámite legal está en curso y prefirió evitar más comentarios, evadiendo a los medios y sin asumir responsabilidad.

Su declaración de que «no es el momento para hablar del tema» contrasta con la magnitud de los hechos. Pese a haber afirmado que estuvo presente para “salvaguardar la integridad de todos”, no se activaron medidas preventivas ni se contuvo la violencia, lo que derivó en una grave amenaza a la estabilidad del municipio.

La alcaldesa eludió cualquier mención directa sobre los actos de violencia que incluyeron agresiones y daños a la integridad física de los funcionarios municipales. En lugar de abordar la problemática, optó por salir corriendo sin emitir declaración al respecto.

Dicha actitud marcada por evasivas y una alarmante falta de acción, evidencia la ausencia de liderazgo en un momento crítico para el municipio. La presidenta municipal parece haber dejado a su suerte no solo a los regidores, sino a toda la ciudadanía, frente a una crisis que exige decisiones firmes y responsables.

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