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Por: Eusebio Ruiz Ruiz.

Estamos en los primeros días del año 2025, nos esperan 12 meses de gracias y bendiciones divinas, tengamos la puerta abierta a los bienes inagotables que vienen del Creador y Providente, no olvidemos ser agradecidos con Él y con los que encontremos en nuestro diario caminar.

“La esperanza no defrauda” es un documento del Papa Francisco, su título original es “Spes non confundit”, frase tomada del capítulo 5, versículo 5 de la Carta de San Pablo a los Romanos.

Deme la oportunidad de comentarle algo en relación con este escrito.

Son varios los tipos de documentos pontificios que existen, el que nos ocupa recibe el nombre de Bula. Esta clase de documento es expedido por el Papa o por la Cancillería Apostólica, trata de materias relacionadas con la fe, concesiones de gracias -como la indulgencia-, asuntos judiciales o administrativos.

La Bula “Spes non confundit” se dio a conocer el 9 de mayo de 2024, es el documento papal con el que se convoca al jubileo ordinario del año 2025, los jubileos ordinarios son cada 25 años. Actualmente estamos en un Año Jubilar,  inició el pasado 24 de diciembre, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano;  la clausura será el 6 de enero de 2026.

“Spes non confundit” se compone de 25 numerales, distribuidos en 6 partes; con el número 1 está lo que considero como la introducción, posteriormente vienen 5 subtítulos: Una palabra de esperanza (del número 2 al 4), un camino de esperanza (números 5 y 6), signos de esperanza (del número 7 al 15), llamamientos a la esperanza (números 16 y 17) y anclados en la esperanza (del número 18 al 25). 

La esperanza es el tema central del documento y del Año Jubilar.

El Papa infunde aliento a la humanidad y reaviva la esperanza de aquellos que por alguna razón han caído en el escepticismo y el pesimismo, tiene palabras de ánimo para los reclusos, los jóvenes, los pobres, los migrantes, los enfermos, los padres de familia y los ancianos; además habla sobre los problemas e injusticias que enfrentan cada uno de estos grupos.

La guerra, la violencia, los gastos militares, las deudas impagables de los países pobres, el hambre, la ecología, la pérdida del deseo de transmitir la vida, la pena de muerte, los derechos humanos, son asuntos que no se escapan en el documento.

Misericordia y gracia divinas, indulgencia, perdón, sacramento de la reconciliación, evangelización, paz y unidad, son otros de los temas tratados.

El documento presenta datos históricos sobre distintas formas de gracia y perdón, promovidas por varios pontífices, a partir del año 1122, hasta que en el 1300  el Papa Bonifacio VIII convocó al primer Jubileo. Además, se señalan varias fechas relevantes en relación con el Jubileo actual.

Los fundamentos de la esperanza, el fortalecimiento de esta virtud, su relación con las virtudes de la fe y la caridad, son otros de los asuntos que se pueden leer en el documento.

En la última parte de la Bula aparecen algunos comentarios en relación con las verdades de la fe católica: Virtudes teologales o sobrenaturales: Fe, esperanza y caridad; la relación entre vida eterna, esperanza y felicidad; la muerte y resurrección de Jesucristo, como centro de la fe cristiana; los mártires, como confesores de la vida eterna y testimonio de esperanza; el juicio divino desde la dimensión de la esperanza, basado en el amor, como un encuentro con la misericordia divina, en donde el mal no queda oculto, sino que necesita de ser purificado; el pecado,  la indulgencia, la misericordia  divina, la reconciliación sacramental, la gracia y la Madre de Dios como modelo de esperanza.

Otro documento pontificio, de enorme valor, útil para enriquecer la reflexión sobre el tema de la esperanza, es la Encíclica Spe Salvi (Salvados en la esperanza) de Benedicto XVI. En fin, si el año 2025 se quiere aprovechar para ser mejores seres humanos y mejores cristianos, ambos documentos le pueden ayudar.

El documento se debe examinar a profundidad, es un escrito breve y de gran riqueza en su contenido, vale la pena leerlo, releerlo, subrayarlo, estudiarlo, reflexionarlo y hacer el esfuerzo por ponerlo en práctica para que los signos de los tiempos –como dice el documento- se transformen en signos de esperanza, se recupere la confianza en las relaciones interpersonales e internacionales, se avance en la justicia y la concordia, se recupere la alegría de vivir y se nutra la esperanza cristiana, que no engaña ni defrauda.

Gracias por su tiempo.

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