Eduardo López Betancourt
La historia del fútbol americano se remonta a fines del siglo XIX en Estados Unidos.
Desde sus inicios, este deporte ha evolucionado y ha tomado gran relevancia en todo el mundo. Así, la NFL (Liga Nacional de Fútbol Americano) ha sido fundamental, al grado que actualmente disputan partidos en lugares como Inglaterra, Alemania, Canadá, inclusive México.
El Super Bowl, la justa final de la temporada de la NFL, logró una popularidad sorprendente; sin embargo, el costo de los boletos para ingresar a este evento ha aumentado de manera exorbitante. Esto ha generado una situación en la que únicamente, quienes cuentan con grandes recursos económicos pueden asistir.
Es lamentable que el deporte se convierta en un acto exclusivo, donde solo los altos niveles económicos tienen acceso, excluyendo a muchos aficionados que no pueden pagar los precios escandalosos de las entradas. En la actualidad, estamos en las postrimerías de la temporada de fútbol americano y es evidente que la corrupción, la picardía y los actos inmorales siguen presentándose de manera cotidiana. Un ejemplo, es la forma en que los árbitros parecen favorecer a ciertos equipos de manera descarada, donde tenemos a Kansas City, que ha ganado el Super Bowl dos veces seguidas. Aunque tienen una buena alineación, con un quarterback (mariscal de campo y líder ofensivo del equipo) excepcional como Patrick Mahomes, es terrible que den la impresión de que los árbitros tienen la consigna de beneficiarlos.
Es importante que se tomen medidas para evitar los favoritismos y las sospechas en el deporte, siendo que la honestidad y la justicia deben caracterizarlo. Los aficionados merecen ver partidos justos y emocionantes, sin la influencia de la corrupción o la parcialidad. Es deseable que se implementen mecanismos para evitar estas prácticas y que el fútbol americano siga siendo respetado en todo el mundo, además de que logre expandirse. Por cierto, en México mantiene un éxito ascendente.
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