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Muchas veces en política y diplomacia es necesario acudir a reglas y leyes que escapen de las tradiciones de la ciencia política. Como va a ser el problema número 1 de México en los próximos cuatro años, el trato con Donald Trump debe regirse en función de la tercera ley de Newton: a toda fuerza de acción le corresponde una reacción con la misma intensidad.

Donald Trump no es un político, ni con mucho y a pesar de que comenzó en la política de altos niveles hace diez años. Es un empresario acostumbrado a negociar en el modelo de ganar-ganar, inclusive sacrificando salidas colaterales como ganar perdiendo, perder ganando o perder perdiendo.

La experiencia de sus cuatro años de gobierno 2017-2021 mostraron a un Trump que dejó la imagen de un funcionario caprichoso, berrinchudo e intolerante, pero detrás de esa máscara se percibió a un empresario que se negó a seguir las reglas de la política y la diplomacia, tomó decisiones en función de resultados últimos y sus únicos estimulantes fueron su Twitter y el refresco de cola con edulcorante artificial.

Trump, como funcionario, es un empresario que detesta las reglas políticas y diplomáticas del Estado. Con la mano en la cintura despidió arbitrariamente a muchos de sus funcionarios que trataban de convencerlo con razones propias de los compromisos del sector público, e inclusive repudiando consejos que lo hubieran llevado al mismo resultado exitoso pero con menos exabruptos detestables.

A diferencia de su anterior periodo de Gobierno en los que escogió a funcionarios que de alguna manera pudieran coincidir con sus ideas pero que tenían formas propias de operar, hoy Trump se está rodeando de colaboradores obedientes, unidireccionales, algunos inclusive más radicales y sobre todo ajustados al objetivo de Trump de reconstruir la grandeza de Estados Unidos por encima de su papel imperial como cabeza de una coalición multinacional.

Trump no es un enigma, sino una certeza.

 

Zona Zero

En algunos círculos de análisis prospectivos están señalando que es seria la amenaza de Trump de enviar fuerzas especiales a reventar a los cárteles mexicanos dentro de México y convertir en método el secuestro de El Mayo Zambada, pero en esos mismos niveles se han encontrado con que la estructura legal e institucional de México es insuficiente para confrontar a Trump en caso que dé esos pasos agresivos. Trump parece decidido a sacrificar la relación mexicana en su lucha para aniquilar a los cárteles mexicanos en México.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

seguridadydefensamx@gmail.com

www.seguridadydefensa.mx

@carlosramirezh

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