Por Jorge Gómez Naredo
@jgnaredo
El pasado 1 de diciembre se cumplieron seis años de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México.
El 1 de diciembre de 2018 fue un día de alegría plena: se había logrado lo que parecía imposible, es decir, vencer a la derecha y a sus trampas, sus argucias, sus fraudes y sus millones y millones de pesos para comprar votos. Después de años y años de lucha, López Obrador había logrado ya llegar a la presidencia de México, y eso era motivo de enorme felicidad, pero también de amplios retos.
Lo que sucedió después de ese día fue una vorágine de información, de acciones, de construcciones y de logros. Sí, en 6 años México se transformó.
Los logros que tuvo López Obrador como presidente de México fueron muchos y no los enumeraremos aquí. Pero sí hay que resaltar el rescate de los trenes de pasajeros, la millonaria inversión que se hizo en apoyos sociales para eliminar las desigualdades, y también el apostar a la soberanía energética en todo momento.
Sí, los logros del gobierno de AMLO fueron muchísimos y profundos.
Pero más allá de eso, de lo, digamos, tangible, una de las herencias que más dejó el gobierno de AMLO fue la politización del pueblo de México. Con la llegada del tabasqueño a la presidencia, poco a poco la población mexicana se fue interesando más y más en la política y en lo que sucede en el país.
Hoy, el pueblo de México es uno de los más politizados del mundo. El debate de la agenda pública no es ya sólo de los círculos rojos, sino que en su día a día la gente habla de política, conoce a quienes los representan y establecen reflexiones constantes y cotidianas sobre lo que pasa en su entorno.
A seis años de la llegada de AMLO y de la Cuarta Transformación, no sólo ha cambiado la forma en que se gobierna, sino la manera en cómo el pueblo se relaciona con la vida política del país. Y eso, sin duda, es una transformación cultural que ya no tiene vuelta atrás.
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