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Es probable que la frase “los pobres son pobres porque quieren” sea, en partes iguales, tan popular como injusta. Consciente de esto último, el académico y activista político Máximo E. Jaramillo-Molina jugó con el enunciado y tituló a su primer libro Pobres porque quieren (Grijalbo).

“Por un lado, es una frase sumamente común, que todo el mundo ha escuchado al menos una vez en su vida; esta idea, entonces, apela a esta frase tan común y tan popular. Pero, por otro lado, también es un tema de encontrar otros públicos”, aseguró el autor, en entrevista con este diario.

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“(Se trata) de desmontar esta narrativa de la culpabilidad de la pobreza, de darle la vuelta a distintos mitos que están relacionados con la meritocracia, pero específicamente la parte de la pobreza, (que) es tal vez la más común, esta culpabilización e incluso humillación de las personas más pobres, respecto a sus resultados de vida, creo que es lo que hay que desmontar”, añadió el creador de la plataforma Gatitos contra la Desigualdad.

MIRAR DESDE OTRAS PERSPECTIVAS

Jaramillo-Molina propone, en primera instancia, dos puntos clave de partida: que tener o no tener algo, poco o mucho, no está supeditado a una problemática individual, y, por otro lado, pintar una perspectiva distinta de lo que es el éxito, y dejar de invisibilizar contextos culturales, históricos, políticos y sociales.

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“Entender que podemos llegar a un punto de vista donde, en lugar de competir y hacernos daño entre tantas personas, más bien entendamos que hay formas de colaborar y cooperar que pueden llevar a otro tipo de perspectivas y resultados”, aseveró el académico de origen jalisciense, en el entendido de que será mejor que la incomodidad devenga en reflexión.

A propósito de la visión del éxito, y de cómo entendemos los fenómenos, reflexionó también sobre la “paradoja de la desigualdad”.

“Uno creería que en países donde es tan visible la desigualdad, tan lacerante, donde hay tanta pobreza y pocas personas con una riqueza tan extrema, que ahí sería más obvio que las personas no pueden llegar al éxito, o lo que sea que llamen éxito, sólo con esfuerzo, trabajo y con sus talentos. Y no pasa eso”.

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Una hipótesis al respecto de esa paradoja es la segregación tan visible en latitudes como la Ciudad de México: “Algo que suele pasar es que las personas no conviven con distintos estratos sociales”.

Recordó entonces la investigación titulada Mundos Paralelos. “Justo como la idea de las líneas paralelas, nunca se tocan”.

“Nos han dicho que esos esfuerzos tienen que ser siempre individuales, y lo que se está dejando de lado, y que podemos hacer, son los esfuerzos colectivos”, comentó Máximo, a propósito de la importancia de la visión de comunidad.

“Creo que lo importante es que se está generando este ecosistema de que no importa tanto el nombre, sino el grupo, el colectivo, de lo que se está formando, del trabajo que se está haciendo, y creo que eso es muestra de que se está avanzando en desmontar estas narrativas”, concluyó.

¿Sabías qué…? 

En la medida en que te mezcles con menos estratos sociales es más difícil que entiendas por qué alguien es rico o que, por el contrario, los ricos crean que el pobre es pobre porque quiere.

 

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