La amenaza del presidente electo de Estados Unidos (EU), Donald Trump, de imponer aranceles de hasta 25 por ciento a los productos mexicanos encendió nuevamente las alarmas en la región y en el mundo. Todo parece indicar que desea usar esto como moneda de cambio para obligar a México y Canadá a evitar los flujos migratorios y la entrada de fentanilo a la Unión Americana.
Pero, más allá del impacto económico, está en juego el equilibrio entre la defensa de la soberanía nacional y la necesidad de cooperación de una de las regiones económicas más importantes del orbe.
Ante esta postura, la presidenta Claudia Sheinbaum respondió con la altura de miras de la estadista que es, reafirmando los principios que rigen su actuar y el del segundo piso de la Cuarta Transformación: defender la soberanía nacional, privilegiar el diálogo y generar bienestar para el pueblo de México.
Mediante una carta que hizo pública, la mandataria envió un mensaje, pero también hizo un posicionamiento claro y congruente. Señaló que ni las amenazas ni los aranceles son soluciones viables para atender problemas complejos como la migración o el consumo de drogas en EU.
Apostó por el diálogo y la cooperación como vías para enfrentar estos desafíos, defendiendo nuestra soberanía y recordando que el respeto mutuo es indispensable en cualquier relación bilateral.
Asimismo, enfatizó que una confrontación arancelaria dañaría la interdependencia económica de ambas naciones, y es que, tan sólo durante el primer semestre de 2024, el comercio binacional alcanzó los 480 mil millones de dólares. De ahí que cualquier medida unilateral rompería acuerdos internacionales y perjudicaría a millones de personas.
Igualmente, recordó que el problema del fentanilo en EU es una crisis de salud pública que debe ser atendida con políticas internas efectivas. Al mismo tiempo, destacó el flujo ilegal de armas desde el vecino país del norte, que alimenta la violencia y el crimen organizado en México.
El mensaje fue claro: la solución no recae en un sólo lado de la frontera, sino que corresponde a ambos países asumir su parte con responsabilidad. La disposición para dialogar sin ceder principios es un recordatorio de que México es un socio estratégico, no un subordinado. La amenaza arancelaria busca doblegar voluntades, pero la titular del Ejecutivo federal está demostrando que la dignidad y el respeto son valores inamovibles de su gestión.
Esta postura ante el presidente electo de EU, además de corresponder a la confianza del pueblo mexicano, también es un llamado para que otros líderes defiendan sus principios con integridad. Por eso, la congruencia, en un momento clave como este, es, además de un acto de valor, una brújula moral para los tiempos que están por venir.
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