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“El pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere”

Hegel

 

No está iniciando bien. Los primeros días de un nuevo Gobierno son determinantes en la percepción de la población, de la opinión pública, los inversionistas y también en la relación con otros países. La administración de Claudia Sheinbaum no ha iniciado bien. No parece estar aprovechando esa oportunidad que suelen tener los nuevos gobiernos para crear un contraste con su predecesor, un rasgo diferenciador, una personalidad propia.

Su antecesor y jefe, tenía sin duda un gran carisma y una presencia permanente y agobiante. No hubo transición, fue una imposición implacable. Todo quedó atado y bien atado.

Sin embargo, los últimos meses del sexenio anterior estuvieron marcados por una incertidumbre espesa sobre el futuro del Estado de derecho y las consecuencias que la reforma judicial tendrá para México.

La afectación económica no se hizo esperar; el buque insignia del régimen, el peso, sufrió un serio revés que hoy se traduce en una devaluación anual contra el dólar de casi 20 por ciento. La incertidumbre se instaló entre nosotros.

En la opinión de muchas personas y medios adversos a la 4T, había que esperar y dar el beneficio de la duda a CSP para que, una vez que se instalara en el poder, pudiera mostrar sus señales de cambio. Se quedarán esperando.

La negación es una reacción natural ante el miedo y la duda. En el caso de la Cuarta Transformación y sus gobiernos parecería que hay una resistencia a aceptar la realidad: vivimos ya en un país totalmente diferente al que nos habíamos acostumbrado. Ya no es un tema sólo de populismo, es la imposición del estatismo como sistema de gobierno. Para decirlo con claridad, mucho más gobierno y menos sociedad.

Este es un estatismo diferente al que vivimos con Luis Echeverría (capitalismo de Estado) y que hoy se hace presente en la educación, la economía, la política social, la seguridad, la ley, la política exterior y, sin duda, en la interpretación de la historia y la visión de nuestro futuro.

Uno de los ejes transversales de este nuevo estatismo autoritario es el manejo de la incertidumbre como fuente de poder. La duda constante y el autoritarismo como método. Es lo que hay.

En la ideología de la 4T no existen las personas ni el desarrollo individual, existe el pueblo bueno, que al final no significa nada. Allí reside la fuerza de su discurso; en la posibilidad de hablar del bienestar de algo, no de alguien. Si usted tiene unos datos ciertos, ellos tienen otros indefinidos. Fin de la discusión.

¡Claro que habrá un cambio en este Gobierno! Se acentuará su intervención en todas las áreas de la economía, sirva el Infonavit como ejemplo. El Estado rector será sustituido por el Gobierno actor.

Los problemas de seguridad pública se agravan  y la confrontación con EU  y su nuevo Gobierno será inédita en la ya compleja relación México-Estados Unidos. Es inevitable.

El problema del déficit del PIB (7 por ciento) se verá reflejado sin duda en el presupuesto federal 2025. La solución apunta a que los mismos de siempre pagarán las consecuencias del reciente descontrol del gasto público. ¿Sorpresas? Prepárese.

Nuestra relación con EU y Canadá tendrá un punto de inflexión a partir del 5 de noviembre, ni Trump ni Harris nos la van a poner fácil. En el primer trimestre del año próximo, el T-MEC pasará a una revisión profunda y nuestro tercer socio comercial, Canadá, tiene también problemas políticos muy complicados. La incertidumbre predomina también en nuestra política exterior.

Viviremos tiempos muy complejos, la negación no es la solución.

 

   @Pancho_Graue

  fgraue@gmail.com

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