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En el número 156 de la calle Manuel J. Othón, colonia Obrera, alcaldía Cuauhtémoc, existe una unidad que a simple vista parecería una más en el entorno urbano; sin embargo, en su entrada yace una escultura de bronce cuya figura recuerda a más de 600 costureras que perdieron la vida en el sismo del 19 de septiembre de 1985, lo cual conjuga el dolor y el testimonios de una lucha contra los abusos patronales.

Localizado en la antigua zona textil, a unos pasos del Metro San Antonio Abad, se encuentra el Centro de Capacitación Laboral y Educación Integral “Costureras y Costureros 19 de septiembre A.C.” y a su costado, la entrada de una unidad habitacional, ambas construidas tras la tragedia del 85.

Estos inmuebles son testigos mudos de la desgracia que vivieron 600 mujeres obreras que quedaron sepultadas por toneladas de concreto y maquinaria pesada al no poder salir de las fábricas porque las puertas estaban cerradas con candado y no tenían las llaves para quitarlos.

El terremoto dejó al descubierto las paupérrimas condiciones en las que trabajaban las costureras: jornadas de más de ocho horas diarias, sanciones rigurosas por retardos y faltas, y los salarios que se pagaban en muchos casos eran menores que el mínimo.

“Aquí era un taller de costureras, en el 85 se derrumbó y las sobrevivientes lucharon para que les dieran un espacio a las familias de las víctimas. Hicieron la escuela y la unidad para familiares de las trabajadoras que murieron en el temblor del 84”, explicó Miguel, vecino de la unidad desde hace 20 años.

En la entrada de la unidad se observa la efigie de una obrera que cose la bandera de México, obra de la escultora Patricia Mejía, donada a la unidad en 2003 y elaborada en honor de las trabajadoras textiles.

Anualmente, vecinos preparan una conmemoración en el sitio, con una misa anual para las costureras fallecidas en el sismo de 1985.

“Cada año se hace un homenaje a las costureras, se hace una misa y un recorrido por aquí porque hubo más edificios que se cayeron alrededor, dejando flores”, explicó Rubén, vecino.

Casi cuatro décadas después del sismo de 1985, algunos de los vecinos en la zona mantienen la angustia ante el sonido de la alerta sísmica que les recuerda aquella tragedia. Además, aseguran que se trata de una zona donde los movimientos telúricos suelen percibirse con intensidad.

“Se sienten bien, sí nos espanta a todos, se siente fuerte, suena la alarma o un sonido y se siente feo, queda la psicosis”, afirmó Miguel.

En enero de 2024, el jefe de Gobierno Martí Batres encabezó la donación del predio y entrega de escrituras del inmueble que aloja la Escuela de Capacitación, en favor de “Costureras y Costureros 19 de Septiembre”, A.C.

 

 

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