Aunque los votantes por la presidencia de Estados Unidos son estadounidenses, fuera de esa nación sólo queda tronarse los dedos de que se elija al menos malo. Pero no debe perderse de vista que la mayoría de los electores buscan a quién satisfaga las pasiones de los ciudadanos y pocos piensan en la responsabilidad del país en asuntos mundiales.
El debate Kamala Harris-Donald Trump se está analizando en función de los intereses estadounidenses, pero con dos percepciones que no hay que perder de vista: a pesar de haber sido fiscal en California, la vicepresidenta eludió cualquier referencia al problema migratorio, en tanto que el expresidente Trump potenció todo su discurso racista hasta el grado de acusar que algunos migrantes se están comiendo a los perros, no se sabe si sea cierto, lo más seguro es que sí, pero el tono de la afirmación sólo reveló una incomprensión del fenómeno social de los migrantes.
Los presidentes Clinton, Obama y Biden se comprometieron con las comunidades legales de migrantes -por la corresponsabilidad en el flujo ilegal -a regularizar a los millones de extranjeros que ya están dentro del territorio americano trabajando, pero viviendo con la angustia cotidiana de que los descubran y de manera violenta los deporten fuera del país.
A pesar del compromiso, ninguno de los tres mandatarios pudo regularizar la migración. Como el tema de la propiedad de las armas, la problemática de los migrantes no tiene solución porque está relacionado con los intereses conservadores racistas, pero también con la explotación de la mano de obra ilegal que otro sector importante de ciudadanos ejerce porque le conviene el estatus de ilegalidad.
Si gana Trump, la amenaza de la deportación masiva de millones de ilegales podría convertirse en realidad, aunque con problemas de operación institucional; si gana Kamala, la migración seguirá existiendo sin solución.
Zona Zero
La estabilidad en Sinaloa se ha roto como consecuencia de la guerra al interior del Cártel de Sinaloa para controlar a esa organización delictiva, pero con datos preocupantes respecto de la revelación de datos de que políticos y funcionarios públicos aparecen como cómplices del grupo criminal del Chapo Guzmán y El Mayo Zambada, antes compadres y hoy enemigos a muerte. La política gubernamental parece que dejará que la violencia debilite el grupo y entonces intervenir con menores costos políticos y de seguridad.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh