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El Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España define las tormentas geomagnéticas como perturbaciones del campo magnético de la Tierra, mismas que, apuntan, pueden durar “desde varias horas hasta incluso algunos días“.

Detallan que “su origen es externo y se producen por un aumento brusco en las partículas emitidas en las erupciones solares que alcanzan la magnetosfera, produciendo alteraciones en el campo magnético terrestre“.

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Estas son de carácter global y comienzan paralelamente “en todos los puntos de la tierra”. Están directamente relacionadas con los periodos de actividad solar, “de unos 11 años de duración y que se conoce como ‘ciclo solar’“.

El área de Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) menciona que, “a pesar de los monitoreos, dado que estas tormentas son fenómenos naturales, no se puede predecir cuándo va a ocurrir una tormenta solar muy severa y que pueda afectar el clima espacial terrestre”.

¿Cuáles son las consecuencias?

De entre todo lo que pueden provocar, se destacan:

Alteraciones en las comunicaciones, es decir pueden interrumpir las señales de radio y los sistemas de navegación por satélite.
Vulnerabilidad en redes eléctricas: pueden dañarse los transformadores y algunos otros equipos eléctricos.
Fenómenos visuales: tales como las auroras boreales y australes en latitudes no habituales.
En relación con los seres humanos, las afectaciones o consecuencias no tienen ninguna muestra fidedigna.

Antecedentes

Se trata de un fenómeno que está siendo explicado e investigado desde 1931 por Sydney Chapman y Vicenzo C. A. Ferraro. Una de las disciplinas que sigue y seguirá estudiando las tormentas geomagnéticas es la Meteorología espacial, pues según apunta el IGN se dedica a observar las “condiciones en el conjunto Sol-Tierra como consecuencia de la actividad solar y de los riesgos derivados para las personas y los sistemas eléctricos y electrónicos, los satélites y las telecomunicaciones”.

Como dato extraordinario: los estudios cuantifican el tamaño en “índices geomagnéticos”. El más utilizado, apuntan los expertos, es el Dst, “que indica la actividad magnética a partir de una red de cuatro observatorios magnéticos situados en la proximidad del ecuador magnético”.

Con información de la UNAM y el IGN.

DG

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