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En Neuromante, su novela de ciencia ficción, William Gibson introduce el concepto ciberespacio y habla sobre la interconexión global a través de redes informáticas. Con el término que acuñó, describió un vasto espacio virtual donde la información circula libremente. Gibson imagina un futuro distópico en el que la tecnología permea en todos los aspectos de la vida humana, transformando radicalmente la manera en que las personas interactúan, trabajan y viven.

Esta novela nos ofrece una visión crítica sobre la pérdida de control y privacidad en un mundo, donde la digitalización se ha convertido en la norma; también examina cómo el ciberespacio es un arma de doble filo, que brinda oportunidades sin precedentes para la comunicación y el acceso a la información, pero que también suele abrir puertas a riesgos imprevistos y a la manipulación de la privacidad individual.

La semana pasada, el mundo vivió un episodio que parece sacado de esta obra: un apagón informático masivo que afectó a Microsoft a nivel mundial. Este incidente perjudicó a aeropuertos, bancos, hospitales y muchos otros servicios, impactando en 8.5 millones de computadoras con Windows. Las aerolíneas, en particular, experimentaron graves problemas con el registro de viajantes y la gestión de vuelos, lo cual produjo retrasos y cancelaciones masivas.

El origen del problema se encontró en una actualización del software de ciberseguridad CrowdStrike Falcon, utilizado por Microsoft. La actualización provocó que muchos sistemas Windows quedaran atascados en la temida “pantalla azul de la muerte”. CrowdStrike Falcon se diseñó para proteger de amenazas cibernéticas a computadoras, servidores y dispositivos móviles, mediante el uso de inteligencia artificial y análisis en tiempo real. Aunque CrowdStrike y Microsoft confirmaron que no se trató de un ciberataque, sino de un error en la actualización, el incidente resaltó la fragilidad de nuestro mundo digital.

Vivimos en una era de total dependencia a los sistemas informáticos. La tecnología ya es una extensión de nuestras vidas, que facilita tanto labores cotidianas como procesos complejos —empresariales y de gobierno—. Sin embargo, este avance también nos hace vulnerables a fallos técnicos y ataques cibernéticos. El incidente de hace unos días es un recordatorio de que la ciberseguridad no es un lujo, sino una necesidad crítica.

El apagón informático global pone de manifiesto la urgencia de proteger los derechos fundamentales de las personas. La ciberseguridad debe ser prioridad nacional, así como responsabilidad de todos los sectores trabajar juntos para crear un entorno digital seguro y confiable.

En un mundo cada vez más interconectado, la ciberseguridad constituye uno de los pilares fundamentales para la estabilidad y el progreso de las naciones. La dependencia tecnológica nos hace más vulnerables, y es imperativo tomar medidas concretas para protegernos contra las amenazas cibernéticas.

 

ricardomonreala@yahoo.com.mx

X y Facebook: @RicardoMonrealA

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