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México llegó a la antesala de las votaciones más importantes de su historia, que definirán su futuro por los próximos 20 años, por lo menos.

 

Llegamos con una sociedad no dividida, sino francamente fracturada en dos bandos: los que votarán por la continuidad del modelo actual y los que prefieren un modelo menos radical.

 

No hay tintes medios; no hay grises; o es blanco o es negro, porque así fue alentado desde la anterior campaña presidencial de quien hoy gobierna al país.

 

Si los tiempos permitían por lo menos un intento de acercamiento entre las posiciones ideológicas diferentes, opuestas, el presidente López Obrador se encargó de anularlo.

 

Por el contrario, hasta la última Mañanera atizó la división que nutrió su gobierno: el pueblo bueno y sabio, pero pobre, en contra de los conservadores, neoliberales, clasemedieros y ricos; los malos pues.

 

Esta narrativa se vio ampliamente reflejada en las campañas políticas.

 

Los candidatos de Morena utilizaron recurrentemente esta pobre visión de país; alentaron la tesis de que, si gana la oposición, se acabarán los programas sociales, esos que el gobierno lopezobradorista se inventó sin estudios actuariales ni corridas financieras previas, lo que tiene hoy al país con graves problemas presupuestales para los próximos años.

 

Llegamos a estas elecciones con las instituciones bombardeadas, algunas en ruinas y otras con apenas lo suficiente para pagar la nómina; los organismos autónomos sufrieron tal embate que casi operan en “modo avión’’, a la espera de que, si repite Morena en la Presidencia, les aseste el tiro de gracia.

 

Llegamos a la etapa de definiciones políticas con los sistemas nerviosos institucionales en crisis: salud, educación y sobre todo seguridad, convertidos en un amasijo de experimentos fallidos, bombas ideológicas, recursos y tiempos perdidos, naufragando entre la indolencia y la incapacidad notoria.

 

Pero eso, con sus titulares bien comprometidos con el Presidente, a quién le importó más la lealtad a su persona que su capacidad para desempeñar el cargo.

 

Diez por ciento de capacidad y 90% de lealtad, fue la fórmula que aplicó López Obrador a la hora de designar a los funcionarios de mayor nivel en la administración pública federal.

 

Los resultados están a la vista.

 

López Obrador, siendo Presidente de todos los mexicanos, jamás se reunió con los dirigentes de la oposición ni con sus coordinadores parlamentarios.

 

Ha sido el único Presidente que decidió derruir los puentes que habrían aligerado el tránsito político del sexenio para ensimismarse en sus propios proyectos y gente.

 

El domingo será la hora de las definiciones.

 

Sea cual fuere su preferencia política, vote, salga a ejercer ese derecho; entre mayor sea el número de votantes mayor será también la legitimidad de quien gane la presidencia.

 

Vote, es su derecho, antes de que sea su obligación.

 

Vote.

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Televisión Azteca y Radiópolis (W Radio, Los 40 Principales, La K Buena), firmaron una alianza comercial con la que se busca crear el ecosistema de entretenimiento más importante del país.

 

Radiópolis, propiedad de Grupo Prisa, se apoyará en el músculo comercial de Azteca Media a nivel nacional para allegarse a los grandes anunciantes a nivel nacional y a nivel local, en las ciudades o estados en los que tienen antena.

 

Esta alianza pretende beneficiar a las marcas, los anunciantes, los oyentes y los espectadores de ambos grupos, lo que permitirá en el corto plazo convertirla en el sistema de entretenimiento más importante del país.

 

     @adriantrejo

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