Ana E. Rosete
El Simulacro Electoral Universitario marcó la pauta sobre la importancia de la participación de los jóvenes en la política del país; voy a centrarme en mi querida Ciudad de México.
Las juventudes hoy en día son la onza de la balanza en las elecciones, pues ellos marcarán la diferencia en la votación y con ello al ganador de la jefatura de Gobierno.
Tenemos tres candidatos: Clara Brugada, representante de la izquierda por parte de Morena, PT y el Verde Ecologista; Santiago Taboada, postulado por una -a mi parecer- muy rara coalición entre el PRI, PAN y PRD, que históricamente fueron partidos enemigos, y Salomón Chertorivski, por Movimiento Ciudadano.
En ese ejercicio, la mayoría de los jóvenes optaron por Brugada, quien obtuvo 15 mil 748 votos, lo que representa el 58% de los sufragios totales, mientras que Taboada fue la elección de 6 mil 132 jóvenes, cifra que se traduce sólo en el 22%.
De Chertorivski no hablaré. Creo que en esta contienda no tiene nada que perder y sí mucho que ganar, aunque Sandra Cuevas y Alejandra Barrales más que ayudar al partido naranja, le estorban. Pero cuando me acuerdo de Jorge Álvarez Máynez, me pregunto por qué no le hicieron un “rolón” a Salomón, para que mínimo la gente lo conozca a través de la canción.
Bueno, el resultado fue apabullante para Taboada. No logra conectar con los jóvenes y, nos guste o no, esta nueva generación ya no es tan fácil de convencer. Todo cuestionan, todo refutan y, sobre todo, poco creen y confían.
Es aquí donde me pregunto: ¿qué está haciendo Clara para que las juventudes confien en ella? Brugada está demostrando por qué la izquierda en la capital del país siempre ha gobernado; ella sí aplica la de más territorio y menos escritorio.
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