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¿Quiénes podrían ser los más interesados en que los bancos centrales relajaran ya sus políticas monetarias?

Evidentemente que los políticos en el poder, porque de esa forma se estimula la actividad económica y eso ayuda mucho al ánimo de los electores que este año tienen que ir a las urnas.

Es mucho más evidente la influencia que tendría en Estados Unidos que en México, pero los bancos centrales, tanto la Reserva Federal (Fed) de allá, como el Banco de México de acá, tienen que cultivar el arte de la paciencia en la toma de decisiones respecto al nivel del costo del dinero.

Y más cuando hace no mucho tiempo el poderoso banco central estadounidense ya cometió el error de emprender un regreso rápido a la neutralidad monetaria y acabó por afectar a su economía.

Hay que decir que en Estados Unidos el actual presidente Joe Biden se ha mostrado muy respetuoso de la autonomía de su banco central, a diferencia del expresidente Donald Trump que presionaba de manera descarada a la Fed para abaratar el costo del dólar.

Biden usa otro tipo de mecanismos para mantener la dinámica económica. Los Bidenomics son incentivos, sobre todo a las clases medias, que han permitido mantener las tasas de empleo y de consumo.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador se mete poco con el Banco de México porque le entiende poco a la correlación entre expansión de la economía y la política monetaria.

Pero también porque el efecto de la tasa de interés de referencia es mucho menor en México que en Estados Unidos por la alta informalidad y la consecuente baja bancarización.

También en este país se mantienen trabajando a marchas forzadas los motores fiscales, a través del aumento exponencial del gasto asistencialista y de un elevado gasto en infraestructura pública que calienta la economía al menos durante la fase de construcción de las obras faraónicas del régimen.

Hoy, la Fed dio una demostración del arte de la paciencia y no movió sus tasas de interés. El banco central de los Estados Unidos ama cantinflear con las expectativas del momento preciso para iniciar con la baja desde la tasa actual del 5.5%, pero no mover el discurso por ahora puede ser la mejor estrategia para mantener la calma en los mercados.

Y en México, el banco central debería también echar mano de la paciencia y valorar el esfuerzo hecho hasta hoy para elevar tanto la tasa de interés y poder ser testigos de registros de crecimiento como ese 3.1% al cierre del 2023.

Precipitarse porque hay algunos indicadores de que la inflación mantendrá su trayectoria descendente puede provocar errores de apreciación en los mercados que generen volatilidad y con ella alteraciones en la propia trayectoria inflacionaria y más con un gobierno que con total descaro se endeuda con fines electorales.

Paciencia, seguimiento a la política monetaria de los Estados Unidos y todos los elementos juntos que hagan incuestionable una decisión de relajamiento de la política monetaria es lo que debería tener como base en estos momentos la Junta de Gobierno del Banco de México.

 

     @campossuarez

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