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No una consigna de lucha ni una frase de reivindicación obrera, sino lo que Napoleón Gómez Urrutia, Napillo, siempre trae en la mente es sacar y sacar dinero a los mineros. A cada rato nos decía: “Sindicato pobre, es un pobre sindicato”, para justificar los incrementos que hacía a la cuota y de infinidad de cobros que imponía a cada rato sobre la nómina de los compañeros. A 20 años de distancia lo sigue haciendo.

Pero como todo, su avaricia y su hambre por seguir exprimiendo a los mineros se ha arranciado hasta llegar al límite de sentirse con la autoridad de indicarles en qué gastar su salario y en qué no. Así sucedió hace unos días en una asamblea que realizó, y es que si bien nunca se le ve en las plantas y mucho menos en las minas, sí tiene tiempo para juntarse con algunos mineros para exigirles a todas las secciones que paguen, por ejemplo, la cuota de resistencia.

En dicha reunión, el timador de Na-pillo les dijo: “Lo que nos descuenten a veces nos los gastamos en una cerveza o coca”. No, pues sí así va a estar la cosa, al rato hasta los va a regañar por irse con los amigos y gastarse lo que con su sudor y trabajo ganaron o por comprarles a sus hijos ropa nueva o bien por algún detalle para la esposa.

Pero este absurdo lleva consigo un gran abuso de Napito, la cuota que les está exigiendo para nada se asemeja a lo que pudieran gastar en un refresco, lo que exige es una aportación de tres meses de salario, es decir, 50 mil pesos por trabajador, equivalente no a un refresco, sino a mil 375 refrescos de 2.5 litros. Siempre engañando, siempre mintiendo, siempre queriendo quedarse con lo ajeno a la mala, así es Na-pillo.

Este bribón pide a los mineros que se sacrifiquen, que limiten sus gastos, mientras que él y su familia se dan la gran vida llena de lujos y excesos. A estas alturas para nadie es secreto que Napillo tiene una fortuna de millones de dólares, que no ha podido explicar su procedencia y que tampoco da cuentas de qué hace y dónde están las cuotas sindicales.

Pero ahí no para el hambre de Napillo por hacerse de millones de pesos provenientes de los salarios de trabajadores, recientemente utilizó el poder del Senado para cambiar de voluntario a obligatorio el descuento vía nómina de la cuota sindical, echando por debajo uno de los pocos logros obreros, si no es que el único, obtenido en esta administración, no duró ni cuatro años, ya que cuando Gómez Urrutia y sus aliados revirtieron el efecto al volverlo obligatorio evidenciando que sólo defienden sus propios intereses.

Por cierto, nos quedamos esperando las respuestas de la senadora Patricia Mercado, quien dijo que metería las manos al fuego por defender la inocencia de su amigo Napillo. Nosotros no queremos que se queme, mejor, acepte nuestro reto y demuestre que Gómez Urrutia trabajó de minero mínimo un mes, si no, renuncie a su senaduría.

¿Hasta cuándo los trabajadores deberán soportar a legisladores que son movidos por sus intereses y por su amiguísimo? Son buenos para quitar, como lo hicieron con las utilidades que toparon a 90 días, movidos por Napillo, afectando de manera directa la economía de miles de trabajadores.

¿Por qué no hacen algo digno? ¿Por qué no derogan la fracción VIII al artículo 127 de la Ley Federal del Trabajo que fue la que anexaron para topar las utilidades? Ya hay evidencia del daño que hicieron. Tengan dignidad y dejen de ser movidos por las ambiciones de un exprófugo de la justicia que robó a su gremio mil millones de pesos. La dignidad existe y créanme no duele.

 

    @CarlosPavonC

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