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En Acapulco, ante la tragedia, el hambre, la sed y la falta de servicios, la gente se ha volcado a buscar refugio y ayuda, pero también se ha organizado para proteger sus hogares ante la ola de saqueos que han ocurrido en la ciudad, debido a la interrupción de suministros de todo tipo tras el paso de Otis, huracán categoría 5.

En la colonia Costa Azul, el padre Leonardo Morales Gutiérrez, párroco de la Iglesia del Sagrado Corazón, habilitó el lugar como un albergue, buscando no solo proteger la integridad de quienes acuden al templo, sino también brindarles consuelo espiritual y aliviar sus preocupaciones en medio de tanta destrucción.

Está habilitada como albergue temporal, está todo el tiempo abierto para descansar, el baño, la comida y medicamentos, y tenemos una planta de luz que instaló la CFE, gracias a Dios tenemos luz las 24 horas”, destacó, en un momento en que la energía eléctrica todavía no era restaurada en toda la ciudad.

En un primer momento, el lugar se volvió un punto de encuentro para alrededor de 500 personas, 200 de ellas turistas, que fueron reconfortados hasta que pudieron ser evacuados de la zona de desastre.

Quedaron varados 2 días (…) El gobierno estatal ayudó para que se fueran a Chilpancingo. Nos estamos coordinando con los gobiernos estatal y federal para apoyar a turistas y damnificados”.

Además, destacó la generosidad de muchas personas que han llevado despensas, y algún tipo de apoyo para que quienes se acercan al Sagrado Corazón puedan descansar y comer.

 

 

Defienden sus hogares

En contraste, armados con machetes y bates, habitantes de algunos barrios de Acapulco protegen sus casas de robos y saqueos, ante la falta de luz y el desabasto de suministros.

En medio de las calles, los residentes han levantado barricadas con tejas de lámina y otros escombros que dejó el ciclón, para impedir que extraños ingresen a sus cuadras.

“Como entre las nueve y diez de la noche ya está la gente haciendo barricadas para que no vayan a pasar. Jalan lo que está tirado en la calle y con eso mismo”, levantan los obstáculos, dijo Salvador Chávez, vecino de uno de los barrios periféricos de este puerto sobre el Pacífico.

“Han encontrado gente que se ha metido a las casas solas… Muchas tienditas están vendiendo por la puerta, no quieren subir sus cortinas porque las quieren saquear”, relató Chávez.

Y es que aunque el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha desplegado miles de militares y marinos para garantizar la seguridad en el puerto, son pocos para una ciudad de más de 800 mil habitantes, donde prácticamente no hay un sitio sin daños.

Mientras tanto, algunos condominios ubicados en la llamada Zona Diamante del puerto -donde se alzan hoteles de cinco estrellas y edificios de lujo- han colocado guardias armados para evitar robos y saqueos. 

 

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